Lo de Rosalía es sobresaliente. Pasó de artista independiente a estrella mundial en muy poco tiempo.
Hace algunos años me empezó a salir su nombre por aquí y por allá, pero la primera vez que realmente escuché su voz fue en el Assume Form (2019) de James Blake, en el track Barefoot in the Park. Y bueno, quedé prendado.
Desde entonces, le sigo la pista. Después de haber cautivado a la crítica con El Mal Querer (2018), un disco que fusiona flamenco y pop y que habla de temas serios como el maltrato en las relaciones amorosas, se dedicó en los años siguientes a aparecer en tracks de reguetón y hip hop.
A principios de este año empezó a sacar sencillos de su nuevo disco. Seguramente lo hizo a propósito, pero las canciones que sacó son algunas de las más polarizadoras del Motomami, el álbum del momento.
Casi nada que ver con su trabajo previo, Motomami es un extraño collage que incluye reguetón, bachata, hip hop, balada pop y hasta momentos de jazz, con toques de flamenco aquí y allá. Rosalía rapea en varias ocasiones y la producción es notablemente minimalista, con tres o cuatro elementos cargando el peso en la mayoría de los tracks.
Aún más contrastantes son las letras y las temáticas. Rosalía parece haber hecho este álbum en un estado de ánimo juguetón, bromista, relajado y libre. Tomando en cuenta que sus discos anteriores tenían un tono más solemne y una instrumentación menos atrevida, mucha gente se sacó de onda.
A juzgar por los comentarios del público y las reseñas que ha recibido, Motomami parece ser un caso de: lo amas o lo odias.
Por un lado tienes a quienes lo detestan. Aquí se encuentran muchas de esas personas que creen que en 2022 todavía es cool menospreciar al reguetón. No se enteran que el género tiene unos 20 años siendo popular, que ya hay infinidad de modalidades con diferentes niveles de complejidad.
También en este grupo están los que rechazan todo lo que huela a rap y autotune. Los que siempre extrañan las guitarras. Y los que piensan que la música tiene que tener buenas letras, forzosamente, para que sea buena y disfrutable.
Del otro lado, tienes a los que se deshacen en alabanzas, hablando de Motomami como un álbum de vanguardia, tratando de intelectualizar cada decisión de producción, por más mínima. Los que están haciendo todo lo posible por extraer comentario social de la más absurda de las letras del disco.
Pienso que ni lo uno ni lo otro. A mí el disco la verdad me gusta y mucho, tiene gran parte de lo que busco en la música. Producción interesante, creativa, sorpresiva. Melodías memorables. Momentos pegajosos. Momentos desgarradores.
Honestamente, yo no escucho música por la letra. Si una canción que ya me gusta tiene una letra interesante, profunda, es como la cereza del pastel. Pero prefiero mil veces una letra tonta en un instrumental alucinante que la mejor letra del mundo sobre música aburrida. Entiendo que para algunos funciona justo al revés.
Aún así, tampoco creo que sea un disco vacío, sin letras que valgan la pena. Queda claro que nadie le va a dar a Rosalía el Nobel de Literatura por Chicken Teriyaki, pero sí que hay mérito en letras como las de G3 N15, en donde expresa el dolor que siente por no ver a su sobrino en mucho tiempo a causa de la pandemia.
Quizás lo que más me gusta es esta sensación de que, al hacer este disco, genuinamente se estaba divirtiendo. Como en Hentai, una balada romántica al estilo de Carla Morrison con temática erótica, letras vulgarsonas y percusiones de metralletas. O como ese momento en Cute en el que detiene el reguetón industrialoso para hacer un intermedio con piano y voz al desnudo.
Habrá que decir también que toma prestado de otros artistas que verdaderamente han abierto brecha. Se nota la influencia de ARCA y el estilo de la producción suena a lo que el sello NAAFI lleva años haciendo, con esa onda como de reguetón oscuro. Como ella misma admite en este análisis del disco, el Yeezus de Kanye West fue otra gran fuente de inspiración.

Las reacciones al álbum me hacen pensar en este fenómeno en el que la gente se clava mucho en curar sus gustos musicales porque creen que moldean la percepción que los demás tienen sobre ellos. Es esta idea de que la buena música tiene que ser muy sofisticada, seria, complicada, para que podamos decir que nos gusta y los demás piensen que somos más cultos, inteligentes o interesantes.
Curiosamente, creo que la misma fuerza hace que la gente menosprecie este disco y que exagere su valoración. Es este miedo a que algo nos guste y se salga del molde que hemos construido para curar y proyectar nuestra personalidad, como lo hacemos en los perfiles de redes sociales.
Rosalía lo dice mejor en Bulerías, el cuarto track de Motomami, en el que le responde a quienes la critican por diversificar más allá del flamenco:
Soy igual de cantaora
Igual de cantaora con un chándal de Versace
Que vestidita de bailaora
¿Por qué queremos encasillar a los artistas? ¿Solo para que cumplan con nuestras expectativas? Si el arte refleja la vida, no siempre tiene que ser serio, profundo. También puede ser divertido, despreocupado, gracioso. No por eso pierde calidad.
En esta entrevista con Zayne Lowe, Rosalía confiesa que su intención con Motomami era liberarse de la obligación de ser seria. Para este proyecto, intencionalmente permitió que su sentido del humor permeara, justo porque es una parte importante de quien ella es.
Creo que muchos artistas se sienten presionados para superar lo que han hecho antes y así complacer a los fans. Creo que buscan siempre hacer algo más sofisticado, más profundo, de “mayor nivel”. Pienso que incluso no sienten esa libertad de jugar porque tienen miedo a que se les deje de tomar en serio.
Y me parece un espiral medio tóxico, que hace que los artistas terminen haciendo cosas súper pretenciosas y que el público sea incapaz de disfrutar cualquier cosa que se salga de lo que han delimitado como sus gustos musicales.
Imagina que esa presión no existiera y que más artistas decidieran experimentar, tal vez incluso cambiar de género de un proyecto a otro. No tomarse tan en serio, pues.
Imagina también que, como escuchas, pudiéramos relajarnos y disfrutar la música desde un lugar más primitivo, menos intelectual. Siento que la experiencia mejoraría para todos. Que pudiera ser una mejor manera de escuchar y apreciar la música.
En todo caso me da gusto que Rosalía esté recibiendo tanta atención. Celebro que esté llevando al mainstream ciertos sonidos que llevan siendo parte de la cultura club en Latinoamérica por algunos años ya. Me encanta la narrativa que lleva su carrera y cómo está dispuesta a derribarse y reinventarse.
Es como dice en el último verso del disco:
Las llamas son bonitas porque no tienen orden
Y el fuego es bonito porque todo lo rompe
Escucha el Motomami completo aquí:
"Imagina también que, como escuchas, pudiéramos relajarnos y disfrutar la música desde un lugar más primitivo, menos intelectual. Siento que la experiencia mejoraría para todos. Que pudiera ser una mejor manera de escuchar y apreciar la música."
Ufff totalmente, creo que conforme he ido creciendo me he dado permiso de escuchar la música por la música en sí en vez de estar buscando virtuosismo. Si bien para mí las letras son a veces más importantes que la música para conectar, muchas veces me he encontrado joyas musicales en géneros musicales que mi yo pretenciosa del pasado nunca se hubiera atrevido a explorar!
Hola . Me tardé un rato en comentar porque la verdad es que no había escuchado el álbum completo, ni mucho menos conocido las referencias de cada canción. A decir verdad no sabía a ciencia cierta cómo se escuchaba un álbum hoy en día y sí, tipeas “álbum moto mami” en Google y te lleva a las distintas plataformas de streaming on demand. Es verdad que el álbum se siente como que ella se divirtió. Es verdad que uno se molesta si el artista cambia, porque uno escucha al artista y lo clasifica; uno no escucha a la persona. Resulta que los artistas son personas, y pueden hacer lo que les dé la gana. Que sea negocio es otra cosa. Ellos hacen lo que les gusta y uno consume lo que le gusta, no hay porqué echar culpas.