Stranger Things: el verdadero terror está en la mente
Los monstruos de la TV son ficticios, pero los de la mente son muy reales
A la par de sus personajes y de los actores que los interpretan, las temáticas de Stranger Things han madurado con el paso de los años.
La serie comenzó cuando los protagonistas eran niños de primaria. Aquella primera temporada es una historia de misterio muy elemental, pero muy bien contada.
En la reciente cuarta temporada, los personajes principales son adolescentes cuyos problemas reflejan ese doloroso paso hacia la edad adulta. No es fácil plasmar esa evolución mientras, a la vez, se le da continuidad a una trama, pero el show lo hace de manera elegante.
Violencia psicológica, depresión, rechazo, son algunos de los fantasmas de la mente que los chicos tienen que enfrentar en esta nueva entrega. Ya no sólo es el horror que asoma desde otra dimensión. Es el que vive dentro de cada quien.
Igualmente, los villanos han cambiado. El Demogorgon de la primera temporada era un ser malvado pero unidimensional. Era malo y eso era lo único que debíamos saber sobre él.
En la entrega más reciente, la serie introduce a un monstruo muy distinto. Vecna busca víctimas con experiencias traumáticas, con secretos que les provocan culpabilidad, con problemas de salud mental.
Al introducirse en su mente, este monstruo se aprovecha de estos antecedentes para torturar a sus víctimas. No físicamente, sino a nivel emocional y psicológico. De alguna manera, este tipo de tortura se siente mucho más aterradora y extrañamente real para quienes en un punto hemos batallado con la salud mental.
Vecna se alimenta de ese sufrimiento. Entre más debilita a las víctimas, más se fortalece él. Él es ese sufrimiento. Él es esos pensamientos de culpa y desprecio a uno mismo.
A decir verdad, con lo mucho que se había tardado en salir esta nueva temporada y lo repetitiva que se estaba volviendo la serie con las anteriores, no le entré particularmente emocionado. Pero lo que he encontrado me ha sorprendido mucho. Sí está como más sustancioso el utilizar estos elementos de horror, fantasía y suspenso para hablar de cosas muy reales, como los monstruos y demonios con los que cada quien tiene que lidiar.
Y si hay una escena que ejemplifica este giro es la del escape de Max de las garras de Vecna.
Ese momento es una clase maestra de cómo hacer una de las escenas más épicas en la historia de la TV.
Estos son los pasos a seguir.
1. Dotar de carga emocional
Hemos visto a Max batallar en los episodios pasados con el trauma de haber presenciado la muerte de su hermanastro, la culpa por haber sobrevivido, el aislamiento y la depresión. Todo esto se construye despacio pero es necesario para llegar a este momento. El punto climático tiene mucho más sentido así.
2. Generar momentos visuales icónicos
El ascenso de Max en el aire mientras sus amigos la observan con pavor desde el suelo es un momento visual poderoso e instantáneamente icónico. Nada que agregar.
3. Ponerle una música perrona
Los de mi generación tal vez ubiquen Running Up That Hill (A Deal with God) por el cover de Placebo en los dosmiles, pero esta canción de Kate Bush es una joya ochentera desenterrada —la serie la sacó del olvido y ya alcanzó lugares en el Billboard 100 a los que nunca llegó en los ochenta—. El poder de la música para anclarnos y ayudarnos a sobrellevar situaciones mentales difíciles está fielmente representado en esta escena.
4. Hacerla una alegoría poderosa
Esta escena tiene interpretaciones más allá de la acción que se ve en pantalla. El trance mismo que crea una barrera entre Max y sus amigos es análogo a la cortina sensorial que separa a una persona con depresión de sus sistemas de apoyo.
Las palabras de Vecna, cuando le dice a Max que sabe cómo ella misma ha deseado reunirse con su hermano, hacen alusión a pensamientos de suicidio.
El momento en el que el villano toma a Max por el cuello y comienza a asfixiarla se siente como este punto de total desesperanza por el que atraviesan muchas personas que están sufriendo con estos pensamientos.
Al final, con ayuda de la música, son los amigos de Max quienes valientemente rasgan el velo de su hipnosis y le muestran el camino de vuelta. Son los recuerdos de los momentos con sus amigos los que inyectan esa dosis de fuerza que hace que despierte. Pero es ella quien tiene que zafarse de las garras de Vecna. Es ella quien tiene que correr hacia ellos, esquivando las piedras gigantes en el camino. Los amigos sólo pueden animarla desde afuera.
Y es que, en su centro, Stranger Things es una serie acerca de la amistad. Y de cómo apoyarnos en los amigos es una de las armas más poderosas que tenemos para vencer obstáculos en la vida.
El que antes se tratara de unirse para combatir a un monstruo y ahora se estén abordando estos temas me parece un gran acierto y un buen ejemplo de cómo evolucionar una serie a través del tiempo.
Porque, al final del día, cuando se apaga la TV, sabemos que los monstruos y demonios de la historia son ficticios. Pero los que a veces viven en la mente en la forma de pensamientos intrusivos, esos son muy reales.
Esos son el verdadero terror. El hecho de que la serie utilice la trama y el género para hablar de esto es *beso de chef*.